
Me preocupó siempre el hecho de que muchx chicxs no encuentren en sus escuelas un ambiente donde se sientan bien, contentos y deseosos de estar allí.
Y con esta preocupación me
replanteo simples y cotidianas cosas que
hacemos los adultos en las escuelas que
afectan a un ambiente que debería ser de
bienestar, sereno y de empatías.
Muchas veces, en forma irreflexiva, sin “malas intenciones”,
pero cooptados por una cultura dominante, por mandatos o por prejuicios, reproducimos disvalores
Sólo por poner un ejemplo, me voy
a referir al uso de la gorra en la escuela, adentro de las aulas, o “bajo
cualquier techo”, que produce tanta irritación en docentes, tanto sentimiento
de “falta de respeto”, tantos retos, y “secuestros” de gorras que se amontonan
en algún lugar que tenga connotación de autoridad, como son las direcciones de las
escuelas
Cuando planteé el tema en reuniones docentes para blanquear los argumentos aparecen en
forma soslayada, y disfrazada
componentes discriminatorios ya que la gorrita es usada por sectores
populares, y en el inconsciente está directamente relacionada a la
“delincuencia”. Este argumento se cae inmediatamente cuando se lo transparenta
y se lo conversa
Otro argumento que aparece es que “la gorra
sirve para protegerse del sol”, por lo tanto adentro de las aulas NO! Tiene
sentido
Pero se pulveriza también este argumento cuando
ponemos otros ejemplos de uso de gorras y sombreros por otras clases sociales,
“bajo techo” y “sin sol”, como sucede en fiestas de gala, casamientos, donde el uso de sombreros es interpretado como expresión de elegancia y buen vestir.
La gorrita no es ni más ni menos que una simple moda que caló en nuestros
chicos y hace a la identidad de una franja etaria, así como seguramente en nuestras adolescencias otras modas provocaban “ruido” y rechazo por parte de los adultos y en nosotros rebeldías e incomprensión.
Y es en estas cosas tan simples
que invito a colegas a “dudar” de los mandatos, a reflexionar sobre nuestros mensajes
explícitos e implícitos en la cotidianeidad escolar.
El maestro Simón Rodríguez , decía que
“educar es enseñar a dudar” y será difícil que lo podamos enseñar si nosotros,
maestras y maestros no dudamos, si no reflexionamos sobre nuestras actitudes,
si repetimos conductas, si naturalizamos cosas que no son tan naturales.
El sentido común y la
empatía con nuestrxs chicxs garantiza
muchas veces no equivocar la actitud.
Y ya que mencioné una frase de
Simóm Rodríguez, está bueno saber algo más de este maestro de maestros!
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